El Día del Logro es una iniciativa impulsada por el Ministerio de Educación de España para mostrar a los padres de familia el progreso de sus hijos en la escuela. Es así que año a año las instituciones educativas de todo el país, tanto públicas como privadas, abren sus puertas para mostrar lo avanzando hasta el momento, los logros más significativos y los despliegues más relevantes (entiéndase los de más alto impacto) en las diferentes áreas de desarrollo. De esta manera, es muy probable que este día tan especial en el calendario sea muy memorable tanto para los padres como a sus hijos.
Para los padres, ver a sus hijos exponiendo, respondiendo preguntas y mostrando sus trabajos serán motivos suficientes para que el orgullo llene sus corazones al máximo. Por su parte, los estudiantes, se prepararán con tanta dedicación que se sentirán sumamente importantes al desplegar sus competencias delante de las personas que más los aman. Todo esto es innegable y sería muy bueno que se mantenga en el tiempo esta gran iniciativa ministerial ya instalada en la cultura de las escuelas.
Ahora bien, y siendo consecuentes con la naturaleza de esta fiesta nacional por los aprendizajes, se esperaría que en estricto no se prepare nada para este día. Quizá el repasar una exposición ya realizada, el ensayar un baile ya hecho o seleccionar algún material de meses anteriores sean suficientes para ofrecer a quienes nos visitan la mejor de las jornadas.
Pues no es necesario que las cosas salgan perfecto o que no se presenten los clásicos problemas. Es más, todos sabemos que el logro va de la mano del error y es humanamente imposible pensar en estudiantes infalibles en todo lo que exhibirán ese día. Pero también, podría ser deseable que la felicidad, la alegría y la espontaneidad vertebren toda la atmósfera en esta ocasión.
Tal es así, que bajo esta perspectiva, no habría lugar para las tensiones adicionales, las exigencias desproporcionadas y el deseo neurótico de quedar bien a expensas de la tranquilidad de todos. Solo es necesario que ese día se muestre y no se recargue a nadie bajo el afán de “quedar bien”.
Sin embargo, todo esto que en teoría se expresa desde el sistema con sanidad, se desdibuja en buena parte de las escuelas al decidir mostrar realizaciones nuevas que no corresponden a lo alcanzado por los estudiantes. A esto podemos sumar exigencias excepcionales como el alquiler de disfraces, la elaboración de maquetas sin sentido pedagógico y los extenuantes ensayos de danzas, entre otras. Para colmo de males los maestros, que ya tienen bastante con los papeleos, exámenes e informes deben de sufrir con frecuencia frente a estas exigencias.
Entonces, ¿cuánto de logro tendrá este día si lo que se presentará es en gran medida algo nuevo?, ¿realmente vale la pena hacer gastar a los padres de familia para algo que de antemano sabemos que no corresponde al tiempo pasado?, ¿se justifica un día con muestras que no necesariamente han sido trabajadas a lo largo de los meses?, ¿quienes ganan en un día del logro que no es tan auténtico?
Reflexión final
Es comprensible que las escuelas quieran mostrar una imagen adecuada a los padres de familia. Asimismo, se aceptaría como adecuado que para un día del logro se deba presentar lo más significativo de lo avanzando. Todo esto es correcto y pertinente.
El problema radicaría cuando nos empeñamos en visualizar un producto que no refleja lo cristalizado en las aulas. Y, es probable, que el hecho de tener que preparar íntegramente realizaciones ad hoc redunde en menor disfrute por parte de los estudiantes.
Por este motivo, pensamos que los esfuerzos deberían centrarse en preparar una bienvenida con mucha alegría, cariño y total espontaneidad para los papás. Ellos solamente disfrutarán sin juzgar y pasarán por alto cualquier equivocación. ¡No perdamos de vista que en el día del logro los estudiantes deben de mostrar lo alcanzado a la fecha!.