¿Cómo surgieron las palabras? Es quizá la pregunta más válida que se puede hacer un estudiante de idiomas o un hablante nativo de cualquier idioma. Para dar respuesta al significado, existencia y desde luego la forma que tienen, surgió la etimología.
La etimología es el campo de estudio dedicado especialmente a la lingüística. Esta área examina y estudia con rigurosidad el nacimiento de las palabras, sus raíces, significados en el tiempo y variaciones.
Cada palabra que conoce el ser humano en la actualidad tiene una razón de ser y aunque no todas tienen origen histórico o de gran relevancia, existen a raíz de algo. Los profesionales del lenguaje aseguran que cada palabra se ha incorporado al idioma a través de un estudio amplio de su procedencia.
Aunque hay mucha información relevante y poco clara con respecto al surgimiento de las palabras que se conocen en la actualidad, la etimología ha permitido responder y reconstruir un poco de la historia detrás de cada una.
¿Todas las palabras tienen una historia?
Algunos consideran que cada una de las palabras que integra el idioma español tiene una historia. Sin embargo, otros consideran que no todas tienen un origen en específico ni tampoco guardan relación entre sí.
Por ejemplo, hay quienes consideran que las palabras denominadas patrimoniales y que alguna vez fueron parte del latín de corte vulgar, evolucionaron al punto de ser aceptables. Como la palabra “late”, que sufriría una evolución fonética con el tiempo y se transformó en la palabra “leite”. No sin antes atravesar un cambio más hasta llegar a la palabra “leche” que se mantiene en la actualidad.
La historia no es siempre clara y hay quienes afirman que algunas palabras nacieron de la transculturación. Y esto de alguna manera le da validez a las palabras que provienen de la lengua azteca, italiano o griego. Por ejemplo, la palabra aguacate es originaria del náhuatl que es lengua nativa azteca. Aunque el significado azteca varía, originalmente la palabra nació del náhuatl.
O lo que se conoce como desastre que viene de la lengua francesa “desastre” y del antiguo idioma italiano “disastro”. Pero esta palabra originalmente surgió del griego por el prefijo “dis” y “aster” por estrella.
Estudiar español no es lo mismo que estudiar las palabras
Decidir hablar español no es igual a estudiar las palabras que lo integran. El español es un idioma diverso y rico en cuanto a la lingüística. Cientos de palabras pueden tener significados similares pero su fonética es diferente. La escritura es variada y hasta cierto punto resulta confusa.
Lo cierto es que al estudiar el idioma español es válido aprender también la historia de algunas palabras. Entender de dónde surgieron y cómo se transformaron a los vocabularios que se conocen en la actualidad. Esto ayuda a comprender mucho mejor el idioma y entender las razones de su diversidad.
A su vez, estudiar el vocablo ayuda a detectar algunos errores ortográficos al momento de escribir un texto, especialmente las palabras complejas.