Las Comunidades de Aprendizaje como Formación Continua


Buscando respuestas. Las presiones que vive el docente una vez que egresa de una institución de formación inicial o de una facultad de educación son múltiples. Siente que no está preparado lo suficiente para desempeñarse en el aula.

Tiene los conocimientos, pero le falta el cómo dosificarlos. Se siente solo, lidiando con el currículo, las directivas, la normatividad y directivas del año. Solo frente a las demandas administrativas. Solo frente un salón lleno de voces a las que debe cautivar con destreza para formar la atención, para enseñar a aprender, para desarrollar conocimientos, para despertar sus cualidades y sus centros de interés.

Un complejo campo de retos. Una carencia de apoyo entre pares, pues el individualismo desarrollado por años, tiene raíces profundas. Como se dice entre paredes, cada uno baila con su pañuelo, o cada uno juega para su santo. Poca solidaridad, poco compañerismo, pero sí mucho formalismo disimulado con la palabra “coleguita”, que sirve para guardar las formas. Allí comprende el significado de aquello que un profesor le dijo en filosofía que “el hombre es lobo del hombre”.

Las colaboraciones o ayudas que proporcionan a algunas instituciones por iniciativa del Ministerio de Educación se realizan por intermedio de los monitores. Profesionales que deben cumplir la función de acompañamiento pedagógico y transmisión de experiencia. El afán por hacer mejor las cosas, lleva a precipitaciones, pues se renuncia a pensar pedagógicamente.

Todo se hace en función de la eficacia y eficiencia. En función de los resultados. En función de los factores asociados y no de lo que es y demanda la pedagogía, el saber pedagógico en función de los alumnos a educar.

¿Qué hacer ante esto? Recurrimos a la última parte de la entrevista a A. Hargreaves, que hemos reseñado en artículos anteriores. Allí encontraremos respuesta a lo que debería hacerse y debería inspirar la nueva política educativa que debe promoverse en el país. Los docentes en las instituciones educativas, deberían contar con espacios que les brinden oportunidad para el estudio y la reflexión entre pares y en función de la profesión que desarrollan. Estos espacios son las comunidades de aprendizaje.

¿Cuáles son las condiciones mínimas para hacer posibles las comunidades de aprendizaje?. Primero hay que tener claro que no hay ningún país perfecto e ideal en otra parte lejana en el mundo, por mucho dinero que tenga. Pero hay directrices fuertes en algunos países y hay muchos ejemplos. Las condiciones son muchas: los profesores tienen que tener suficientes conocimientos y destrezas para tener cosas que compartir con sus colegas, que sean de valor.

Para poner un ejemplo claro, en Sudáfrica, muchos profesores ni siquiera conocen su materia, porque ese era el propósito del “Apartheid”, pero tienen derecho a estar en el sistema. Muchos de ellos todavía no tienen nada que compartir, necesitan suficiente entrenamiento o “input” para desarrollar competencias mínimas.

Cómo hacerlo genera un montón de preguntas más, pero eso es realmente la primera cosa.
Segundo, una vez que tienes esas competencias mínimas, necesitas un director que esté comprometido con la idea de comunidad y que sepa cómo construirla y modelarla. Sin un director que sea apoyador y que tenga las destrezas, no puedes tener una comunidad profesional de aprendizaje, es imposible.

Tercero, necesitas tiempo y hay muchas cosas detrás del tiempo, como recursos, creatividad, flexibilidad, una nueva estructura, tiempo para que los profesores se junten dentro de la jornada escolar y también fuera de ella.

Mi propia experiencia es que si les das a los profesores aunque sea un poco más de tiempo enfocado en cosas prácticas, ese respeto los motiva y a la vez beneficia a los estudiantes; y van a entregar diez veces más tiempo porque se sienten motivados, pero tienes que dar el primer paso. Hay muchas más, pero creo que esas son las claves principales.

Replanteando el concepto de formación docente. Recientemente se ha realizado un Seminario titulado “La formación Docente Inicial y Continua”. (Bs.As. 8 y 9.11.16). En su fundamentación se manifiesta que se quiere aportar a la prioridad de la temática docente, su formación y su calidad, el desarrollo profesional, condiciones que definen la carrera y aquellos aspectos que deberían ser tenidos en cuenta para fomentar el desarrollo de políticas integrales sobre el tema. Es el último esfuerzo del mundo académico, preocupado por una auténtica formación inicial docente y para diseñar y desarrollar la profesión con el objetivo de servir mejor a la sociedad actual.


Por la temática que se desarrolló, se abordó todo el espectro de la problemática y experiencias que se vienen dando en el campo de la formación docente. En el escenario se pasó revista a lo que se viene dando en el proceso de reestructuración de largo plazo en “escenarios sociales y que son un tema central en la región latinoamericana.

El tema docente es un tema central y clave en América Latina. De otro lado se abordó la agenda educativa 2030, enfatizando en la educación inclusiva y equitativa de calidad, que promueva estrategias y metas específicas para la educación de niños, jóvenes y adultos. Con esto se deberá, si se quiere alcanzar los objetivos planteados en este marco, promover un salto cualitativo en la formación inicial y continua de los docentes. (IIPE-UNESCO).

El enfoque dado al seminario permitió apreciar cómo la formación docente se viene integrando en marcos más amplios definidos por políticas docentes y políticas educativas que asuman los desafíos de los escenarios complejos para la educación en el presente siglo.

A través de la puesta en escena experiencias desarrolladas en países de la región se aprecia los avances y los problemas pendientes. Se presentaron además las distintas modalidades en formación docente continua así como las políticas que se desarrollan para la actualización de los docentes.

También se precisó que los docentes no forman un “cuerpo homogéneo”, sino que está constituido por múltiples y variados grupos de acuerdo a su procedencia de formación inicial.

Luego aquellos que han seguido su formación continua, en instituciones como en facultades de educación.
En la historia de la formación docente se ha estado buscando de manera permanente formas y lugares para mantener viva la formación continua.

Una de las formas de responder creativamente ha sido la constitución de las comunidades de aprendizaje en las instituciones educativas. Este espacio ya lo describía Cayetano de Lulla en el 1er Seminario Taller sobre Perfil Docente y Estrategias de Formación (Lima, Septiembre 2020), en su ponencia Modelos y tendencias de la Formación Docente cuando decía lo que se debería hacer para esta modalidad de formación y cómo desarrollarlas “… las instituciones educativas mismas donde el docente se inserta a trabajar se constituyen también en formadoras, modelando sus formas de pensar, percibir y actuar(2), garantizando la regularidad de las prácticas y su continuidad a través del tiempo.

Por ello, nos referimos también muy especialmente a la formación docente continua, la que se lleva a cabo en servicio, a lo largo de toda la carrera, de toda la practica docente, y debe tomar a esa misma practica como eje formativo estructurante.” (http://www.oei.es/historico/cayetano.htm).

La comunidad de aprendizaje es un espacio en construcción que muchas instituciones la vienen desarrollando para darle estructura a la formación continua y volverla un lugar de monitoreo y tutoría para los docentes en ejercicio.

Andy Hargreaves plantea los momentos a tener en cuenta en la formación de la comunidad de aprendizaje. Sin embargo cada institución educativa en alianza con un centro de formación docente superior podría enriquecer la experiencia interactuando y siendo la base para el diseño de investigaciones educativas desde el aula.

Este podría ser el inicio de una buena formación continua que forme profesionales democráticos, abiertos a la ciencia y el conocimiento, al enriquecimiento del saber pedagógico desde una perspectiva y enfoque intercultural.

Este podría ser un modelo de formación continua a desarrollar desde las propias instituciones educativas contando con la asesoría de institutos y escuelas de formación docente y de facultades de educación. Un poco de creatividad, pensando en la perspectiva de mejorar y fortalecer la formación del docente en ejercicio y garantizar una buena educación de los alumnos. ¿Cuesta mucho apoyar esta iniciativa y ponerla en práctica?.